En Sexo en Nueva York acuñaron el lema (que yo he tuneado a mi manera para este blog) de "Soltera y fabulosa". Y es que, si te guías por la serie sobre Carrie Bradshaw y compañía, ser una soltera de más de treinta tiene que molar un montón, si tienes pasta, un trabajo relajadito y vives en Manhattan. Escribes una columna a la semana contando tu vida amorosa o la de sus amigas (vamos, lo que hace de gratis cualquiera que tenga un blog personal), y el resto del tiempo lo destinas a ir de compras a Dior, Manolo Blahnik y similares, tomar cócteles Cosmopolitan en los pubs más "in" de la Gran Manzana o ligarte a tíos buenórrimos, forrados o ambas cosas a la vez.
El problema viene cuando no vives en New York sino en una esquinita de la Península Ibérica; cuando tienes que hacer algo más que escribir medio folio a la semana para ganarte la vida; cuando en vez de comprarte unas sandalias de Loubotin las tienes que comprar de "Calzados Manoli", y cuando a fin de mes, si es que sales, vas a birras o a litros de calimocho con treinta añazos porque te duele en el alma que te cobren cinco euros por un Martini Limón, que encima probablemente sea un "Maritrini " porque las falsificaciones de top manta llegaron antes al mundo del alcohol que al de los bolsos. Me hace gracia lo de que los "singles" están de moda, y que si los viajes para singles y las fiestas para singles. Honestamente, un single es un soltero forrado de pasta que puede permitirse soltar 3.000 euracos para irse de crucero por el Caribe con otras 200 personas tan desesperadas por ligar como él. Si eres submileurista y como mucho ligas, o lo intentas, en el bar de turno, eres soltero y punto.
Y ligas, o lo intentas, si es que sales, porque en la serie de televisión, la Bradshaw tenía a sus tres inseparables amigas dispuestas a apuntarse a un bombardeo, ya sea para irse de compras, que para cenar, que para irse de fiesta. Algo parecido pasaba en Friends, donde los seis mismos amigos estaban siempre juntos durante diez años para fiestas, viajes y jolgorios varios. La amistad era el centro de todo y en torno están ya las parejas, familiares, etc.
En la vida real, sin embargo, cuando estás soltera y rondas los treinta, la situación varía un poco. A lo mejor te sigues sintiendo como una veinteañera universitaria (más que nada porque cuentas con el mismo presupuesto, así que sigues vistiéndote en el Berhska, sobreviviendo con macarrones Hacendado y yendo a bares de los de "dos litros de calimocho por cinco euros", como en tus tiempos de facultad), pero no cuentas con el grupo de apoyo dispuesto a seguirte el ritmo. En algún momento, mientras tú hacías no tienes muy claro el qué, tus amigos del alma evolucionaron, como los Pokemon. Y ahora quien más quien menos tiene su pareja estable, su hipoteca, su trabajo fijo o su puesto de funcionariado, sus nuevos círculos de amigos (compuestos por otras parejas con hipoteca y trabajo fijo) o incluso algunos han procreado, y tú no tienes muy claro a qué has estado dedicando el tiempo mientras los demás lo dedicaban a convertirse en personas adultas.
Por lo general, cuando has llegado a los treinta, buena parte de tus amigas o conocidas de los 20 han ido desapareciendo por un misterioso fenómeno llamado "la abducción parejil". Sí, son esas amigas que una vez han amarrado a alguien, desaparecen del mapa. Y de ellas nunca más sabes nada, aunque hay alguna que tras romper con el maromo, cuatro o cinco años después, te vuelve a llamar con todo su morro para ver qué planes hay para esa noche con toda la tranquilidad del mundo, como si hubierais estado tomando café el día anterior.
Afortunadamente, no todas son así. Y hay amigas que siguen comportándose como tales así se emparejen, o se casen, o tengan siete hijos, dos perros y un chalet adosado. Y siguen llamándote para hacer planes contigo. El problema es que lo mismo su plan para esa noche es jugar al trivial en casa con su novio y otra pareja, o ir a comprar una faja ortopédica para la suegra, que lo mismo no es tu idea de un fin de semana emocionante y lleno de diversión.
Luego está el tema vacaciones. Ahí estás tú, emocionada porque acaban de decirte las fechas de tus vacaciones, y ves que coinciden con las de un par de amigas, y lo mismo hasta tienes suerte y te da el presupuesto para algo más que un bonobús. Así que lo comentas con ellas, a ver si alguna se apunta a alguna escapadita a un exótico destino...
-Yo es que me voy con mi novio a Punta Cana. Pero este año sólo dos semanas y luego no voy a hacer nada más, que con esto de la crisis estamos fatal fatal y no llegamos a fin de mes...
-Yo es que la segunda semana me voy con mi chico de ruta por el sur... pero bueno, esta primera semana estoy aquí en la ciudad, ¿eh? Así que podemos quedar a tomar cafés, y esas cosas...
-Yo me voy con mi novio, su hermano, la novia de su hermano y otras dos parejas a una casa rural. Pero oye, apúntate si quieres.
Total, que acabas pasando las vacaciones en tu city, con un agobio del quince y tomándote cafés con tu amiga número dos y su novio, que aprovechan para enseñarte las guías de viajes que se han comprado para su rutilla vacacional.
Por no hablar de que, cuando teníais 19 ó 20 años, todas teníais un bagaje parecido (rolletes, relaciones más o menos cortas, tonteos varios), así que a ti te gustaba fulanito, que iba siempre por el mismo bar, y ella te acompañaba al bar y ejercía de casco azul en misión de apoyo: esperaba a que hablaras con él, o se acercaba a uno de sus amigos preguntándole si no la recordaba y jurándole que estuvieron juntos en parvulitos y se comían a medias las Milán Nata, para que se juntaran los grupos y tuvieras oportunidad de intimar. Pero cuando tenéis 30 y tu amiga lleva cinco años emparejada, ha formateado la parte de su cerebro en la que se almacenaban esos trucos. Le sigue haciendo ilusión, eso sí, hacer de celestina, pero su idea para eso es invitarte a cenar, invitar también a un amigo de su churri, y hacer comentarios del tipo: "Juan, esta es mi amiga Paqui. Ahí donde la ves, tan guapa y tan simpática, está soltera, igual que tú. ¿No es una pena? Bueno, que igual no lo pillas, pero estoy soltándoos una sutil indirecta... Que os enrolleis ya, venga, así podemos salir los cuatro en plan dobles parejitas..."
En fin, que estoy pensando que, en el improbable caso de que el periodismo y mi futura licenciatura en Filología no me hagan inmensamente rica, lo mismo es una buena oportunidad de negocio: una especie de "meetic" donde en vez de pareja con fines sentimentales o sexuales (que a fin de cuentas es lo que busca todo el mundo ahí, aunque mientan como bellacos diciendo "sólo busco amistad ...
y lo que surja"), personas cuya vida social se haya quedado reducida a su mínima expresión busquen a otras personas con aficiones similares para ampliar su círculo y compartir momentos de ocio. ..