Nos encontramos ante uno de los tipos de chungo (habitualmente, pero no necesariamente, chunga), más peliagudos de manejar. Porque el chungo resentido, con todos sus defectos, tiene una clara ventaja, y es que emana chunguedad por cada uno de sus poros, y habitualmente la gran mayoría de la gente se pone en guardia: únicamente el amigo “parasitado” puede pasar una larga temporada ajeno a la verdad. Con la chunga mosquita muerta (por cuestiones de concordancia hablaré en femenino, pero conste que también existen chungos mosquitos muertos), sucede lo contrario. De cara a la galería parece tan desvalida, inofensiva e insignificante que los primeros en advertir detalles sospechosos y alertar al resto de la manada serán tachados de paranoicos o de criticones. Y es que, ¿qué daño puede hacer una persona que jamás es capaz de plantarle cara a nadie, ni de decir una palabra más alta que otra, y que continuamente necesita protección?
A estas alturas, quienes hayan padecido en su entorno a alguna chunga mosquita muerta ya se habrán olido que por ahí precisamente van los tiros: lo que hace a este ejemplar tan conflictivo es que ha desarrollado una técnica depuradísima para meterse en mil jardines y, una vez las cosas se ponen feas, poner cara de perrito Tristón o de damisela en apuros y esperar a que sea el novio o amigo/a de turno quien adopte un papel protector, se haga cargo del marrón y haga de “poli malo”.
La principal arma de la que se valen las mosquitas muertas para salir indemnes de cualquier embolado es, naturalmente, el llanto. En el momento en que alguien les vea el plumero y les plante cara; en el momento en que te des cuenta de que la mosquita lleva demasiado tiempo chupándote la sangre y le dices que se empiece a apañar solita; o en general, en cualquier situación en la que las cosas pinten desfavorables para ella, su solución será poner cara de Candy Candy y empezar con el lagrimeo (Años de práctica hacen que sean capaces de estar monas llorando: ni se les hinchan los ojos, ni moquean, ni se congestionan ni na). La mosquita muerta es esa amiga a la que gritas cuando la descubres duchándose en bolas con tu novio, y te dice con los ojos bañados en lágrimas que no valoras sus esfuerzos por ahorrar agua. Y tiene una técnica tan depurada, que efectivamente conseguirá conmover al personal y al final todos se pondrán de su parte y te acabarán diciendo que desde luego, tía, cómo te pasas. Ya has hecho llorar a la pobre…
DOMINGO
Hace 5 meses