lunes, 28 de septiembre de 2009

Meme absurdo-literario

Vi la idea en el blog de Illuminatus y me gustó. En principio iba a dejarle mis propuestas en los comentarios, pero la sección de autoayuda de la casa del libro es un filón para esta especie de meme, así que me lo traigo para aquí. Según explica Illuminatus, y cito textualmente:

"Una especie de meme basado en la idea de libros imposibles, o sea, aquellos en los que el autor y el título no podrían ocurrir al mismo tiempo. La única condición es que sean coherentes, pudiendo emplear un título existente con un autor que resulte, por motivos obvios, incompatible.

Ejemplo: Simpatía: cómo hacer amigos e influir en los demás.
-José María Aznar-".

Supongo que también se podrían inventar los títulos, pero a mí me ha hecho más gracia la idea de coger libros ya existentes. La sección de autoayuda de cualquier librería on line es una mina, por ejemplo...


Superwoman, el estrés en la mujer: Paris Hilton.

Conseguir el éxito: cómo sacar lo mejor de ti mismo: Tamara-ámbar-Yurena

Técnicas de autocontrol emocional: Belén Esteban

Pensar como Einstein: George W. Bush

Las 13 claves de la suerte: Carlos Sainz

Los 100 secretos de la gente saludable: Amy Winehouse

Saber vivir en armonía: Federico Jiménez Losantos

Su hijo es un genio: Cómo conseguir que sus hijos desarrollen todo su potencial Isabel Pantoja

Como desarrollar las competencias de liderazgo: Mariano Rajoy

Metrosexual, guía de estilo: Julián Muñoz

Manual de pronunciación española: Tamara Falcó Preysler

Adelgazar y realzar la belleza? Es fácil! Falete

Word: Como solucionar los problemas comunes con el procesador de textos más popular: Ana Rosa Quintana

Fisionomía: Descubre la personalidad a través del rostro Michael Jackson

Los límites del amor: Como amar sin renunciar a ti mismo. Katie Holmes

La familia es lo primero: paso a paso para crear una famila feliz: Andrés Pajares

Consumo sostenible: preguntas con respuesta Victoria Beckham

El libro de las buenas maneras:
Silvio Berlusconi

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El cine perjudica seriamente nuestra percepción de la realidad...

Comentaba el otro día que "Pretty Woman" es la causante de tantos mosqueos en los probadores del Zara, porque muchas se llevan al novio esperando que estén pendientes de sus pruebas de modelitos como Richard Gere con la Roberts, y se mosquean cuando ellos se cansan y empiezan a resoplar. Y contaba también Ezne que, si bien en una comedia romántica de las de Sandra Bullock, si coincides con un chico mono en un supermercado probablemente acabeis enamorándoos locamente, en la vida real lo más que te va a pasar si te encuentras al chico mono en cuestión es que si tú te quedas embobada mirándole el culo él aproveche para colársete en la fila para la caja. Y es que si eres de los que dedicas buena parte de tu vida a mirar para la pantalla, ya sea la del cine o la de la televisión (o la del ordenata, vía cinetube y similares), puedes llegar a ver como naturales o perfectamente posibles una serie de cosas que en la vida real, sin guionistas, ni banda sonora chula, ni posibilidad de repetir las tomas, difícilmente tendrán una salida airosa. Y es que ya lo dije el otro día, los libros suelen perder bastante adaptados al cine, pero el cine adaptado a la vida real suele ser un completo desastre... Por poner unos cuantos ejemplos:

Situación peliculera número 1: Tú estás ahí, mustia y aburrida, en tu coñazo de trabajo, y el tío por el que estás coladita llega en moto y vestido de uniforme (de soldado, marine o similar, claro), va hasta tu sitio y te saca de allí cogida en brazos mientras tus compañeras aplauden.

Cruel realidad: En caso de que realmente aparezca tu maromo por el trabajo para llevársete de allí,probablemente lleve unas copas encima, te monte un numerito y convenga pedir una orden de alejamiento o por lo de pronto llamar a seguridad. Y aún poniéndonos en el caso de que realmente te vayas con él feliz de la vida y por voluntad propia, habrás perdido el derecho a paro y a finiquito al largarte tú y sin preaviso ni nada. ¿Y de veras crees que tus compañeras van a aplaudir si te largas con tu novio a mitad de jornada y tienen que cargar con el trabajo que has dejado a medias?


Situación peliculera número 2: Tu ex novio, con el que sigues manteniendo una buena relación y sigue habiendo una gran tensión sexual no resuelta (o resuelta por última vez hace por lo menos dos temporadas de la serie, que pal caso es lo mismo), va a casarse con su nueva novia. Como seguís siendo amigos tú vas aunque eso te destroce. Pero en el momento de la ceremonia, él es incapaz de decir el "sí quiero" y planta a su novia, o confiesa públicamente que sigue enamorado de ti, o incluso pronuncia tu nombre en el altar.

Cruel realidad: Con lo divertido que es cuando lo ves en la tele, y en la vida real nunca me ha cuadrado una boda donde uno de los dos se haya fugado, o haya confundido el nombre, o haya confesado el amor por otra persona y haya solicitado seguir la ceremonia pero cambiando de contrayente. Si realmente tienes los huevazos de ir a la boda de tu ex, verás como se casan, te irás al banquete de turno, te pillarás una melopea infernal para sentirte menos fuera de lugar y probablemente acabes despertando al día siguiente con una resaca infernal y un desconocido a tu lado. Y reza para que no sea ningún componente de la tuna que los tíos de la novia mandaron a cantarles a los postres...

Situación peliculera número 3: Después de una bronca infernal tu novia te ha dejado y se ha mudado a un pueblecito de Wisconsin para poner tierra de por medio. Tú no te rindes así que la llamas todas las noches y le dejas un mensaje en el contestador, aunque nunca obtienes respuesta. Finalmente te armas de valor, pillas un vuelo a Wisconsin y cuando sale del trabajo te encuentra sentado en el porche de su casa. Os reconciliais y os besais apasionadamente.

Cruel realidad: vuelvo a repetir lo de la orden de alejamiento. Y si se muda de casa y al volver de trabajar te encuentra allí, no descartes tampoco un arresto por allanamiento de morada.

Situación peliculera número 4: Tienes un nuevo compañero de trabajo. Desde el principio chocais mucho porque te parece machista, prepotente, cínico y un cabrón con las mujeres. Sin embargo, al veros obligados a tener un trato muy cercano vas descubriendo el alma sensible que se esconde bajo esa coraza y acabais locamente enamorados.

Cruel realidad. Tienes un nuevo compañero de trabajo. Desde el principio chocais mucho porque te parece machista, prepotente, cínico, y un cabrón con las mujeres. Sin embargo, como además con los de arriba es un lameculos profesional, no tardará en ascender. Ahora que es tu inmediato superior no puedes enfrentarte de la misma forma a él...

Situación peliculera número 5: Te sientes un tanto débil y griposo, así que decides ir al médico. Una vez llegas, te atiende una doctora de 18 años, rubia platino con una batita hiperescotada a ras de culo. Para poder atenderte con más facilidad, pide la ayuda a la enfermera, pelirroja, con uniforme también extracorto y medias blancas de liguero. Eso sí, en vez de tomarte ellas la temperatura, tienes que ser tú el que utilices con ellas tu "termómetro" (Sí, supongo que habréis adivinado que esta no es de Meg Ryan)

Cruel realidad: Te sientes un tanto débil y griposo, así que decides ir al médico. Te dan cita para dos días después. Van con un retraso del quince porque el centro de salud está saturado, y tienes alrededor a cinco viejecillas compitiendo entre sí a ver cuál de ellas tiene más achaques. Entras, toses, el médico te dice que es un virus, te extiende la receta y te largas por donde has venido...

martes, 22 de septiembre de 2009

Single ladies

En Sexo en Nueva York acuñaron el lema (que yo he tuneado a mi manera para este blog) de "Soltera y fabulosa". Y es que, si te guías por la serie sobre Carrie Bradshaw y compañía, ser una soltera de más de treinta tiene que molar un montón, si tienes pasta, un trabajo relajadito y vives en Manhattan. Escribes una columna a la semana contando tu vida amorosa o la de sus amigas (vamos, lo que hace de gratis cualquiera que tenga un blog personal), y el resto del tiempo lo destinas a ir de compras a Dior, Manolo Blahnik y similares, tomar cócteles Cosmopolitan en los pubs más "in" de la Gran Manzana o ligarte a tíos buenórrimos, forrados o ambas cosas a la vez.

El problema viene cuando no vives en New York sino en una esquinita de la Península Ibérica; cuando tienes que hacer algo más que escribir medio folio a la semana para ganarte la vida; cuando en vez de comprarte unas sandalias de Loubotin las tienes que comprar de "Calzados Manoli", y cuando a fin de mes, si es que sales, vas a birras o a litros de calimocho con treinta añazos porque te duele en el alma que te cobren cinco euros por un Martini Limón, que encima probablemente sea un "Maritrini " porque las falsificaciones de top manta llegaron antes al mundo del alcohol que al de los bolsos. Me hace gracia lo de que los "singles" están de moda, y que si los viajes para singles y las fiestas para singles. Honestamente, un single es un soltero forrado de pasta que puede permitirse soltar 3.000 euracos para irse de crucero por el Caribe con otras 200 personas tan desesperadas por ligar como él. Si eres submileurista y como mucho ligas, o lo intentas, en el bar de turno, eres soltero y punto.

Y ligas, o lo intentas, si es que sales, porque en la serie de televisión, la Bradshaw tenía a sus tres inseparables amigas dispuestas a apuntarse a un bombardeo, ya sea para irse de compras, que para cenar, que para irse de fiesta. Algo parecido pasaba en Friends, donde los seis mismos amigos estaban siempre juntos durante diez años para fiestas, viajes y jolgorios varios. La amistad era el centro de todo y en torno están ya las parejas, familiares, etc.

En la vida real, sin embargo, cuando estás soltera y rondas los treinta, la situación varía un poco. A lo mejor te sigues sintiendo como una veinteañera universitaria (más que nada porque cuentas con el mismo presupuesto, así que sigues vistiéndote en el Berhska, sobreviviendo con macarrones Hacendado y yendo a bares de los de "dos litros de calimocho por cinco euros", como en tus tiempos de facultad), pero no cuentas con el grupo de apoyo dispuesto a seguirte el ritmo. En algún momento, mientras tú hacías no tienes muy claro el qué, tus amigos del alma evolucionaron, como los Pokemon. Y ahora quien más quien menos tiene su pareja estable, su hipoteca, su trabajo fijo o su puesto de funcionariado, sus nuevos círculos de amigos (compuestos por otras parejas con hipoteca y trabajo fijo) o incluso algunos han procreado, y tú no tienes muy claro a qué has estado dedicando el tiempo mientras los demás lo dedicaban a convertirse en personas adultas.

Por lo general, cuando has llegado a los treinta, buena parte de tus amigas o conocidas de los 20 han ido desapareciendo por un misterioso fenómeno llamado "la abducción parejil". Sí, son esas amigas que una vez han amarrado a alguien, desaparecen del mapa. Y de ellas nunca más sabes nada, aunque hay alguna que tras romper con el maromo, cuatro o cinco años después, te vuelve a llamar con todo su morro para ver qué planes hay para esa noche con toda la tranquilidad del mundo, como si hubierais estado tomando café el día anterior.

Afortunadamente, no todas son así. Y hay amigas que siguen comportándose como tales así se emparejen, o se casen, o tengan siete hijos, dos perros y un chalet adosado. Y siguen llamándote para hacer planes contigo. El problema es que lo mismo su plan para esa noche es jugar al trivial en casa con su novio y otra pareja, o ir a comprar una faja ortopédica para la suegra, que lo mismo no es tu idea de un fin de semana emocionante y lleno de diversión.

Luego está el tema vacaciones. Ahí estás tú, emocionada porque acaban de decirte las fechas de tus vacaciones, y ves que coinciden con las de un par de amigas, y lo mismo hasta tienes suerte y te da el presupuesto para algo más que un bonobús. Así que lo comentas con ellas, a ver si alguna se apunta a alguna escapadita a un exótico destino...

-Yo es que me voy con mi novio a Punta Cana. Pero este año sólo dos semanas y luego no voy a hacer nada más, que con esto de la crisis estamos fatal fatal y no llegamos a fin de mes...

-Yo es que la segunda semana me voy con mi chico de ruta por el sur... pero bueno, esta primera semana estoy aquí en la ciudad, ¿eh? Así que podemos quedar a tomar cafés, y esas cosas...

-Yo me voy con mi novio, su hermano, la novia de su hermano y otras dos parejas a una casa rural. Pero oye, apúntate si quieres.

Total, que acabas pasando las vacaciones en tu city, con un agobio del quince y tomándote cafés con tu amiga número dos y su novio, que aprovechan para enseñarte las guías de viajes que se han comprado para su rutilla vacacional.

Por no hablar de que, cuando teníais 19 ó 20 años, todas teníais un bagaje parecido (rolletes, relaciones más o menos cortas, tonteos varios), así que a ti te gustaba fulanito, que iba siempre por el mismo bar, y ella te acompañaba al bar y ejercía de casco azul en misión de apoyo: esperaba a que hablaras con él, o se acercaba a uno de sus amigos preguntándole si no la recordaba y jurándole que estuvieron juntos en parvulitos y se comían a medias las Milán Nata, para que se juntaran los grupos y tuvieras oportunidad de intimar. Pero cuando tenéis 30 y tu amiga lleva cinco años emparejada, ha formateado la parte de su cerebro en la que se almacenaban esos trucos. Le sigue haciendo ilusión, eso sí, hacer de celestina, pero su idea para eso es invitarte a cenar, invitar también a un amigo de su churri, y hacer comentarios del tipo: "Juan, esta es mi amiga Paqui. Ahí donde la ves, tan guapa y tan simpática, está soltera, igual que tú. ¿No es una pena? Bueno, que igual no lo pillas, pero estoy soltándoos una sutil indirecta... Que os enrolleis ya, venga, así podemos salir los cuatro en plan dobles parejitas..."

En fin, que estoy pensando que, en el improbable caso de que el periodismo y mi futura licenciatura en Filología no me hagan inmensamente rica, lo mismo es una buena oportunidad de negocio: una especie de "meetic" donde en vez de pareja con fines sentimentales o sexuales (que a fin de cuentas es lo que busca todo el mundo ahí, aunque mientan como bellacos diciendo "sólo busco amistad ... y lo que surja"), personas cuya vida social se haya quedado reducida a su mínima expresión busquen a otras personas con aficiones similares para ampliar su círculo y compartir momentos de ocio. ..

domingo, 20 de septiembre de 2009

Las guías para la vida de Miss Murphy: hoy, consejos para conductores

- Esas lucecitas parpadeantes que tiene tu coche a los lados se llaman intermitentes y tienen una función: Y no es hacer guiños para ligar a los otros conductores en plan emoticono del messenger, sino indicar a los conductores que te rodean que vas a girar hacia una otra dirección o a cambiarte de carril, para evitar que os estampeis. Si vas a girar o cambiarte a la izquierda, debes poner el de la izquierda. Si vas a tirar para la derecha.... supongo que lo puedes deducir solo, aunque igual me paso de optimista. Si vas a incorporarte al carril por el que voy yo plantándote delante de mí, lo ideal es que la lucecita la pongas ANTES de iniciar el cambio. No después de meterte delante de mi coche y obligarme a frenar de golpe para no sodomizar a tu vehículo.

- Si vas a dejar tu coche en doble fila en una calle más bien estrecha, al menos moléstate en arrimarlo lo más posible a la fila de aparcados y en dejarlo recto. Si dejas un A6 aparcado casi en diagonal en doble fila de una callejuela, luego no llores si alguno te lo roza al pasar. De hecho, si consigo pasarlo sin rozarlo con mi coche, vería perfectamente justificado bajarme luego a rayártelo con las llaves. Pero es por tu bien, para que aprendas.

- Si a estas alturas del año no te da arcadas la puñetera canción del Baute y Marta Sánchez, es cosa tuya. Escúchala en la intimidad de tu casa, con los auriculares de tu mp3 o, si deseas oirla en tu coche, a un volumen moderado y a poder ser con las ventanillas bajadas. Un atasco ya es bastante engorroso como para encima tener que estar escuchando en el coche de delante lo de "te escribo canciooones de cuaaatro cuarentaaa"... (En situaciones así, siempre recuerdo el momento "Towanda al volante" de Kathy Bates en la peli de Tomates Verdes Fritos...)

- Quienes se dedican al diseño de automóviles son señores que han estudiado mucho para sacarse una ingeniería, y en la mayoría de los casos saben lo que se hacen. Si no ponen mega alerones, ni cinco tubos de escape, ni ofrecen los modelos de vehículo en combinaciones de dos colores como la nocilla, lo mismo es por algo. El tunning no es personalizar, es gastarte lo que te costaría un Audi en comprar un Ibiza y afearlo hasta hacer que a los demás nos sangren los ojos. Y por lo que más quieras, si de todas formas te pones a ello, no practiques el "culo veo culo quiero". A lo mejor te mola el alerón gigante del Seat León de tu colega, pero piénsatelo dos veces antes de copiarle el arreglo si tú lo que tienes es un Twingo...(y esto es verídico, que lo vi con mis ojitos)

-Odio hacer mías las palabras de tantos curas de colegio franquista, pero abstente de tocar el pito. O, como mínimo, valora la situación antes de hacerlo. Es aceptable darle al claxon si alguien hace una cafrada criminal y casi te lo comes (ver punto uno), o si hace un rato que el semáforo se ha puesto en verde y la parejita del coche de delante se está morreando y ni se entera. No tiene sentido si el colapso se debe a una avería (en serio, el conductor que te está incomodando se da cuenta de que está interrumpiendo el tráfico. Pero es que a veces da cosilla ponerse a conducir cuando tienes el motor en llamas), y es una gilipollez si tienes delante a un conductor con una L al que se le ha calado el coche y le quieres meter prisa. Lo que conseguirás es que se ponga más nervioso y se le cale más. Yo ya no me pongo nerviosa, pero si se me cala y un gilipollas me pita, le hago esperar otros cinco minutitos mientras trato de encenderlo. Chico, qué quieres, soy una chica, y soy novata, y soy tontita, así que ahora me va a costar muuuucho arrancar y tú te vas a joder, por listo. Del mismo modo, si voy a 50 por ciudad y me vas pitando para que acelere, lo mismo hasta me agobio, pobrecita de mí, y bajo a 20. ¿Ah, que tenías prisa? Pues haber salido antes, capullo.

- Vale que las indicaciones manuales para pasar o esperar prevalecen sobre los Stops o Cedas, pero sólo si el que las hace es el guardia urbano. Por más que me hagas gesto de "para, que paso yo", si tú tienes el Ceda y yo la preferencia, te jodes, como herodes.

-Si pongo el intermitente para pasarme a tu carril y tú vas más atrás, lo suyo sería que me facilitaras el cambio manteniendo la distancia. Si por lo que sea a tu orgullo le duele que te adelanten, pega un acelerón en condiciones y adelántame, que ya me cambiaré cuando hayas pasado. Pero no me toques las narices manteniéndote en paralelo a mí hasta llegar al desvío que tenía que haber tomado: si te molan los piques entre coches, te bajas la de "the fast and the furious" o te echas una partida al carmaggedon, pero sin tocar las narices al prójimo.

-Si ves que en el arcén hay pintadas una serie de líneas perpendiculares a la acera, están delimitando las plazas para aparcar en batería. Se supone que tu coche debe quedar entre dos de esas líneas. No plantado encima de esas líneas con media plaza a cada lado. Y mucho menos en línea ocupando tres o cuatro plazas. En serio, ¿quién te examinó del carnet, Stevie Wonder?

Y podría dar como quince mil más... pero así, de buen rollito...

sábado, 12 de septiembre de 2009

Vecinos metódicos

Cuando eres submileurista y no te apetece seguir viviendo en el hogar materno pasada una edad, a la hora de buscar un nuevo piso no puedes ser demasiado exigente. Porque tú llegas a una inmobiliaria, les preguntan qué te ofrecen por el presupuesto del que dispones, y te ofrecen unas láminas de contrachapado y una parcelita en el poblado chabolista de tu ciudad (Aunque mira, así puedo poner en mi currículum que salí en Callejeros: el que no saliera como reportera ya es un detalle ínfimo).

En mi caso tuve suerte y encontré un minipiso muy apañadito, a través de una vecina de toda la vida, a un precio asequible. Mi minipiso mola porque está al lado de la playa, cerca de la zona de marcha, está reformado de hace poco y tiene vistas a la calle, al contrario del zulito que tuve en mi exilio vigués. De hecho, todo este tiempo he tenido vistas al mar por la parte trasera, ya que el estallido de la burbuja inmobiliaria mantenía desierto el solar posicionado entre el paseo marítimo y mi casa. Lamentablemente ya están volviendo a construir, ni de la crisis se puede fiar una.

Entre sus principales desventajas, en contrapartida, podemos contabilizar que, aunque el piso está remodelado, el edificio que lo alberga es viejísimo, tanto que he tenido visitas que me han preguntado si estoy segura de que no se va a derrumbar con nosotros dentro. Que no tiene ascensor, aunque cuando te has criado en un quinto sin ascensor subir hasta un segundo es una chorradita, y, sobre todo, que la insonorización es pésima. Cualquier conversación o sonido que se produzca en el dormitorio del piso de al lado se escucha en mi habitación como si no hubiera paredes. Seguro que a estas alturas ya sabéis a dónde quiero ir a parar.

Cuando me instalé en el piso, mis vecinos de al lado eran una parejita muy joven que tenía una costumbre bastante molesta y otra bastante curiosa. La molesta era ver la tele en la cama a volumen muy alto por la noche, mientras charlaban a voces. Vale, tal vez no era hasta taaaan tarde, pero si te tienes que levantar a las seis de la mañana, estar oyendo a los triunfitos a las doce de la noche te toca muuucho las narices. Naturalmente, y ahora me meto en la costumbre curiosa, con los dormitorios tan pegados es obvio y evidente que cuando en alguna de las habitaciones haya fiesta, en la habitación vecina van a disfrutar de una sesión de adudioporno de primera. Por suerte me resultaba fácil librarme de escuchar sus escarceos, ya que siempre eran en momentos en los que no suelo estar en la cama. Concretamente, se ponían al tema, siempre y exlcusivamente, los domingos entre ocho y ocho y media de la tarde. Creo que una sola vez, en cuatro o cinco meses que los tuve de vecinos, los escuché a una hora diferente. Siempre me tuvieron bastante intrigada. ¡Qué metódicos!

Hasta que llegó un domingo, dieron las ocho, luego las ocho y media, y no se oía nada. Esa noche no tuve ocasión de seguir los diálogos de "Aída" desde mi cama, ni la noche siguiente pude oir el capítulo pertinente de CSI. ¿Estarán de vacaciones? Una mañana me pareció oir ruidos, una llave que abría la puerta, el grifo de la cocina, pero nada más. Y un par de días después, me encuentro al presidente de la comunidad -propietario del piso de al lado-y me comenta que la parejita se ha mudado por razones de trabajo y que ya tiene un nuevo inquilino: un tío que trabaja en el puerto y vive a unos 15 kilómetros de la ciudad, y que lo ha alquilado únicamente para dormir allí algunas noches si se siente muy cansado para volver conduciendo a casa, ya que sale del trabajo a altas horas.

Aunque me sonó algo raruno, me las prometía yo muy felices, ya que por las noches no se oía ni un ruido. Hasta que llega el sábado y, a las nueve de la mañana, me despierta una voz femenina. Bueno, quen dice una voz, dice gemidos. Bueno,quien dice gemidos, dice una representación de la escena de la cafetería de "Cuando Harry encontró a Sally". Joder, ¿un sábado a las nueve de la mañana? ¿El día que yo aprovecho para recuperarme de los madrugones que me meto de lunes a viernes? Unos diez minutos de gritos y ruido de muelles después, volvió la calma, y oigo cómo una voz masculina despide a la mujer de voz estridente en la puerta. Ya decía yo que lo de "un piso para dormir alguna noche" me sonaba un poco raruno...

Por supuesto, mi querido vecino tiene el piso como picadero. Y, al igual que mis vecinos anteriores, su escandalosa querida y él también son muy metódicos, aunque la hora elegida me viene bastante peor: Ella llega los sábados entre las nueve y las diez, aproximadamente. Llega hablando a voces (ambos tienen un tono de voz bastante alto), hablan un rato de trivialidades como el trabajo o la limpieza del pisito, y acto seguido la buena mujer está gritando como si la degollasen viva. (Estoy convencida de que finge, porque, ¿quién pasa en cinco segundos de "uy, no sabes lo que me dijo la bruja de mi jefa el otro día" a "¡¡Síi, síii, me corro, me corro!!", sin término medio, ni preámbulos, ni na de na?). Por suerte, si bien me despiertan según aparece la tía por el piso y se pueden tirar media hora de charlita, una vez empieza el show erótico la cosa tiene como muchísimo para 15 minutos. Normalmente aprovecho para ir al baño, ir a la cocna a beber un vaso de agua, cotillear qué tal día hace... si me dura el sueño cuando la oigo salir por la puerta me vuelvo para la cama, si ya me he desvelado aprovecho para hacer algo productivo con mi mañana del sábado, que normalmente gasto en dormir.

Durante todo el mes de agosto no les había oído, pero esta mañana han reaparecido, después de las vacaciones de él con la familia oficial. Antes del arsenal de gemidos y gritos -la sigo notando bastante sobreactuada- se han puesto al día de sus andanzas vacacionales, y han criticado la poca fogosidad en la cama de la mujer de él (por eso la otra finge, me figuro: ligarte a alguien que ya está pillado es pura estrategia de marketing, tienes que ver qué puedes ofrecer tú que no ofrezca la competencia). Y yo que ya tenía la esperanza de que el inquilino hubiera dejado de alquilar el piso...más que nada por ver si tenía suerte y su sitio lo ocupaba alguien que reservase para las operaciones de folleteo una hora que a mí me viniese mejor: las mañanas de los días laborales, por ejemplo, o el clásico sábado noche de toda la vida...

martes, 1 de septiembre de 2009

El efecto Pretty Woman

Siempre que voy de compras por las tiendas de algún centro comercial veo unos cuantos ejemplos de la siguiente escenita: parejita en sesión de shopping con chica mirando trapitos y trapitos y preguntando su opinión a su "churri" (sí, suelen ser del tipo de parejas al que te imaginas usando la palabra "churri", pero supongo que es porque yo compro en Primark, y sitios así: seguro que si fuera a Gucci el nivel de chonis descendería notablemente), chico resoplando y metiendo prisas, chica cabreándose porque el chico resopla. Y es que es un hecho incuestionable que, a menos que tu novio sea metrosexual, o que llevéis tan poco tiempo juntos que aún no te lo hayas jincado y esté haciendo méritos para llevarte al catre, lo más posible es que no soporte más de diez o quince minutos en el Strafalarius, Mierska o similares sin aburrirse, perder la paciencia y ponerse en plan "jooo, ¿falta muchoooo?". Lo que, a su vez, atacará los nervios de la potencial compradora, que se sentirá presionada para acabar antes.

¿Por qué entonces hay tantas mujeres que se empeñan en arrastrar a su costillo en sus andaduras por los mundos de Inditex y similares, en vez de ir solas o quedar para estos menesteres con otras amigas capaces de implicarse en la misión y ofenderse a la par que ellas por el baile de tallas o por el retorno de los pantalones pitillo? En algunos casos puede ser algo tan simple como que se trate de una de esas relaciones "vileda", tan hiperabsorbentes que sólo se tienen el uno al otro y la última vez que la muchacha llamó por teléfono a casa a su mejor amiga aún no hacía falta marcar prefijo . Pero en muchos otros casos, la culpa, como de tantas cosas en esta vida, la tiene el cine. Es lo que vendríamos a llamar el efecto Pretty Woman.

Y no, lo que digo no tiene nada que ver con la profesión que ejercía aquí la Roberts, sino en la que es posiblemente la escena más conocida de la peli, y de la que más veces he oído hablar a amigas que se la tragan cada vez que alguna cadena decide emitirla. Seguro que sabéis de cuál hablo: la pobre Julia (cuyo nombre en la peli no recuerdo, porque yo, por raro que resulte, no sé si habré llegado a verla entera dos veces) entra a comprarse un modelito en una tienda de alto postín, los dependientes la tratan a patadas, pero cuando se lo cuenta, toda mustia y mohína, al forradísimo Richard Gere, él la lleva de nuevo a la tienda y consiguen que la traten como una reina, además de quedarse sentado durante sabe dios cuánto tiempo, al son de la famosa cancioncilla ("pretty woman, nainonainona..."), contemplando cómo ella se prueba para él modelito tras modelito. Así que claro, cientos de miles de chicas de mi generación, que vieron por primera vez la peli cuando se estrenó, siendo apenas adolescentes con el pavo en plena efervescencia, se quedaron con la copla de que tu príncipe azul es ese hombre capaz de tirarse 45 minutos delante del probador del Zara admirándote mientras te vas probando conjuntito tras conjuntito.

El problema es que, si los libros suelen perder bastante adaptados al cine, el cine adaptado a la vida real suele perder todavía más. Y una se lleva a su santo al Bershka o Primark de turno cuando va a mirar trapitos, me imagino que esperando a que el susodicho esté expectante al otro lado de la cortinilla del probador y se deshaga en halagos y silbidos de admiración cada vez que haces acto de presencia con un nuevo modelito. Pero llegas ahí y se te presentan unos cuantos factores diferenciales con la escenita cinematográfica en cuestión.

Por ejemplo, que Julia y Richard están en una exclusiva boutique con todo el probador para ellos solitos, mientras vosotros vais a tener que hacer cola entre un montón de jennys cargadas de trapitos y sus sufridos "novios-perchero"; que tu chico no va a estar sentado tranquilamente en una cómoda butaquita esperando a que aparezcas, sino plantado en mitad de los probadores, obstaculizando el paso y recibiendo empujones o miradas de odio de las personas que tienen que esquivarlo; y que a Julia Roberts todo lo que se probaba, oh, casualidad, le quedaba como un guante, mientras que tú con suerte habrás acertado con la talla de una de las cosas que te hayas llevado, mientras que lo demás te hará bolsas, o te ceñirá tanto que te convertirá en la butifarra humana, o en el peor de los casos, te apretará tanto que una vez puesto no te lo podrás sacar, y tendrás que hacer pasar a tu costillo al interior del probador, no para que admire el modelito ni para llevar a cabo la fantasía sexual de hacerlo en un lugar público, sino para que tire del puñetero jersey que se te ha encasquetado debajo de la delantera y no va ni palante ni patrás. Ahí, derrochando glamour.

Eso sí, aunque probablemente esa película sea la culpable de que cada vez que vas a probarte algo al Zara tengas que andar esquivando a una multitud de novios perchero que vagan por ahí, como almas en pena, sujetando las bolsas de sus novias con cara de mala leche, creo que no disparó el interés de las adolescentes del momento por la prostitución como salida profesional (Salvo casos puntuales y documentados como NuriaBer), como ha sucedido con periodistas, médicos o abogados gracias al boom de las series "profesionales". Pero eso ya es materia para otro post...